El mayor congreso mundial sobre ciencia y envejecimiento se ha inaugurado hoy en Madrid, aprovechando el potencial nacional en la investigación de este hecho biológico, después de haber recorrido otros cinco destinos a nivel mundial. Durante la conferencia GeroScience, organizada de la mano de la Fundación Gadea por la Ciencia y los científicos de referencia en la materia a nivel mundial, en colaboración con los NIH-NIA estadounidenses y CIBERFES, se han intercambiado las principales claves para frenar los efectos de la edad y poder sumar calidad a la vida.
Para Felipe Sierra, director del Instituto Nacional sobre Envejecimiento de Estados Unidos, “tenemos que entender que el envejecimiento es el principal factor de riesgo para el desarrollo de la mayor parte de las enfermedades crónicas. No se trata de encontrar una solución individual, sino de sumar esfuerzos para retrasar los efectos de la edad. Esa es la base de la gerociencia”. Además, añade, “por primera vez en la historia, tenemos más gente mayor que joven y si conseguimos retrasar el comienzo de la fase en la que somos más frágiles, que suele iniciarse a los 65 años, habremos añadido calidad a la vida”.
Según la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, María Blasco, “a partir del estudio sobre los pilares del envejecimiento, nos percatamos de que existen nueve procesos que intervienen en su aceleración. Uno de ellos es el acortamiento de los telómeros, que influye directamente en la pérdida funcional. Esta evidencia es importante porque, precisamente, los animales con los telómeros más largos, como el elefante o el flamenco, también son los que presentan una mayor longevidad”.
Por su parte, Ana María Cuervo, co-directora del Instituto Albert Einstein para la Investigación del Envejecimiento (Nueva York, EE. UU.) y consejera de la Fundación Gadea por la Ciencia, ha asegurado que “hace diez años se alcanzó un auténtico hito a nivel mundial en materia de investigación, ya que se publicaron los primeros resultados de un ensayo clínico que no trataba de una enfermedad en particular, sino del envejecimiento”. Además, añade que “si podemos cambiar la forma en la que envejecemos a nadie le importará vivir más años, pero debemos partir de la base de que es un proceso multifactorial”.
En este sentido, Cuervo ha incidido en otros parámetros que contribuyen al envejecimiento, como “la autofagia, el sistema de reciclado celular más perfecto del mundo, que debería funcionar todos los días y a todas horas; y la restricción calórica, que consiste en separar el número de comidas para permitir que la limpieza celular se active. Si seguimos profundizando en estas herramientas, podremos conseguir una mejora global”.
Por su parte, Manuel Serrano, director del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB) y consejero de la Fundación Gadea, ha señalado que “la investigación del envejecimiento como proceso biológico tiene el mismo objetivo que la investigación de cualquier enfermedad: mantener una calidad de vida satisfactoria durante el mayor tiempo posible. Con muchas malas prácticas podemos provocar daño celular, pero también existen terapias que ayudan a repararlo y que reciclan las células innecesarias. Este es un avance en sí mismo”.
Para Cuervo, “hay fundamento biológico en lo que nos decían nuestras abuelas. La clave para envejecer mejor está en comer menos, dormir más y practicar ejercicio moderado. Tendremos que combinar distintas terapias o intervenciones para dar con un buen resultado. Pero necesitamos que la población colabore, que aplique ciertos cambios en su estilo de vida”.
En palabras del director de la Fundación Gadea por la Ciencia, José Antonio Gutiérrez Fuentes, “modificar el curso de los años es una gran oportunidad para científicos y población en general, de enorme potencial para el mundo empresarial. Al fin y al cabo, este cambio de paradigma ofrece un sinfín de posibilidades, aún sin explorar, que nos conducirán a un interés común: dar más y mejores años a la vida”.